2012/09/18

La corriente de Artieda

(Carta al Director escrita por Juan Carlos Romero Márquez en Diario de Noticias)
 
En el canal del Berdún el pueblo de Artieda es memoria de los que fueron sacudidos por el embalse de Yesa como parte de la política hidráulica franquista: Ruesta, Escó y Tiermas. La expropiación de las tierras los condenó para siempre. Pero Artieda es, sobre todo, vida por los que están y luchan en favor de una nueva gestión del agua, contra el recrecimiento de Yesa, y por continuar mimando las tierras que heredaron de sus ancestros. Nuevas expropiaciones el 19 de septiembre mantienen a la ciudadanía movilizada en un ejercicio permanente de resistencia pacífica.
 
Con la corriente de los pueblos que hablan desde los muros derruidos en la montaña, desértica en el estío, las asociaciones Río Aragón y el colectivo de acción mediática Aturando Yesa traen al conjunto de la sociedad del Estado español un ejemplo de coherencia y de compromiso social, cultural y medioambiental.
 
Empantanada en el periodo más oscuro de la historia reciente, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) promueve iguales soluciones a las del viejo dictador con la complicidad de los partidos políticos tradicionales. El impacto medioambiental del recrecimiento del embalse de Yesa -que pasaría de embalsar 500 a más de 1.000 hms cúbicos forzando la desaparición de ecosistemas en la zona e inundando yacimientos arqueológicos y patrimoniales como parte del Camino de Santiago-, no parece ser un argumento de peso para los gobernantes. Sumir en la ruina a los pueblos de sus gobernados, tampoco.


Con unos presupuestos disparatados, se siguen llenando historias de despropósitos. El último: la ejecución de un nuevo puente de acceso a Artieda en base a las líneas de un proyecto de cota máxima de los diques del embalse que ya ha sido desestimado por el Gobierno central.
 
Ajenos al juego de intereses de unas autoridades desprovistas de vocación de servicio público, vendidas al tintineo del gasto público, y sordas ante el clamor popular, el recrecimiento del embalse de Yesa hermana a los vecinos que tratan de contener la progresiva expropiación de su espacio vital. El 19 de septiembre irán una vez más a por ellos. Los expedientes no dejan lugar a dudas: expropiación forzosa. Un asalto a sus terrenos, promovido por la CHE, que perturba el musitar de un pueblo tranquilo, hoy inquieto.
 
Quizá las expropiaciones no salten a las portadas de la prensa estatal. Sí lo hacen cuando se pretende marcar a una ciudadanía impotente que resiste pacíficamente a la imposición y, dándole desde el poder un giro a la tuerca, se les califica de asaltantes. Así vimos al parlamentario y líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores, Juan Manuel Sánchez Gordillo, en una anecdótica acción en el supermercado que este verano nos hizo reflexionar sobre el modelo de sociedad que estamos construyendo.
 
Se criminaliza a los pueblos en la reclamación de sus derechos, y quedan impunes los responsables político económicos de la cada vez más precaria realidad que vivimos. La riqueza que atesoran, y las perspectivas de futuro de miles de personas, quedan relegadas a un segundo plano por la imposición de las instituciones que debieran defenderlos.
 
La humanidad y dignidad que emana de Artieda, y la fuerza de su mensaje -inequívocamente en defensa de la tierra- son un dique infranqueable al azote posfranquista latente en nuestra democracia, orillado en un paraje señero de la ribera en el pre Pirineo aragonés. Por eso numerosos colectivos sociales se han posicionado nítidamente bajo el lema Artieda somos todos en favor de una nueva gestión del agua sostenible y consecuente. Del 17 al 19 de septiembre abrirán un foro de debate y de resistencia en esas tierras vivas de Artieda por las ricas y siempre nuevas aguas que trae la corriente de sus argumentos.
 
 

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