El cierre de líneas ferroviarias de media distancia anunciado hoy es otra medida socialmente injusta
La decisión de cerrar servicios ferroviarios de media distancia, respaldada hoy por el Consejo de ministros, es un paso más en el desmantelamiento del transporte público en el Estado español. La rentabilidad se emplea como argumento para suprimir líneas accesibles a la mayoría de la población. Pero, paradójicamente, no se alude al coste de de los miles de millones de euros invertidos en líneas de alta velocidad, que no son rentables en la mayor parte de los casos. Ecologistas en Acción lamenta que continúe el despilfarro y la ineficiencia, con una política de tren elitista que es social y ambientalmente perjudicial.
Se extiende el panorama de trenes ultrarrápidos y ultracaros vacíos, de estaciones fantasma en ciudades y de pueblos incomunicados sin estación. La decisión adoptada por el Ministerio de Fomento mantiene una política de transporte iniciada hace dos décadas, que sentencia de muerte al ferrocarril convencional mientras aumentan de manera insostenible las líneas de alta velocidad. El muy cuestionable honor de ser el segundo país del mundo en kilómetros de vías ferroviarias de alta velocidad se ha logrado a golpe de deuda pública y despilfarro.
La decisión de cerrar servicios ferroviarios de media distancia, respaldada hoy por el Consejo de ministros, es un paso más en el desmantelamiento del transporte público en el Estado español. La rentabilidad se emplea como argumento para suprimir líneas accesibles a la mayoría de la población. Pero, paradójicamente, no se alude al coste de de los miles de millones de euros invertidos en líneas de alta velocidad, que no son rentables en la mayor parte de los casos. Ecologistas en Acción lamenta que continúe el despilfarro y la ineficiencia, con una política de tren elitista que es social y ambientalmente perjudicial.
Se extiende el panorama de trenes ultrarrápidos y ultracaros vacíos, de estaciones fantasma en ciudades y de pueblos incomunicados sin estación. La decisión adoptada por el Ministerio de Fomento mantiene una política de transporte iniciada hace dos décadas, que sentencia de muerte al ferrocarril convencional mientras aumentan de manera insostenible las líneas de alta velocidad. El muy cuestionable honor de ser el segundo país del mundo en kilómetros de vías ferroviarias de alta velocidad se ha logrado a golpe de deuda pública y despilfarro.